En «La Riqueza de las Naciones», Adam Smith congrega un vasto cúmulo de sabiduría dispersa en el terreno de la economía, y en consecuencia, da origen a la obra cimentadora del pensamiento económico contemporáneo. Cabe subrayar el contexto en el que Adam Smith desarrolló este magno trabajo: la universidad de Edimburgo, que se erigió como un epicentro destacado de la Ilustración. A su vez, las particularidades políticas de la Escocia del siglo XVIII brindaron un caldo de cultivo propicio para la germinación de ideas revolucionarias e innovaciones asombrosas. Desde figuras emblemáticas como David Hume hasta inventores trascendentales como James Watt, la Escocia de aquel siglo resultó ser un escenario crucial en la construcción de los fundamentos del mundo moderno.
Para sorpresa de quienes se acercan a la obra de Adam Smith por primera vez, la famosa «mano invisible» aparece mencionada solamente una sola vez en todos los cinco tomos de esta obra de carácter enciclopédico. Uno de los conceptos más conocidos del mundo moderno se desprende de un pequeño pasaje, casi perdido en el interior del libro, allá por el capítulo V del Libro IV de la obra. Su trascendencia no puede exagerarse, ya que este solo concepto produce visiones políticas completamente enfrentadas. Personalmente encuentro extraño que otro concepto, que se repite exactamente 100 veces (¿casualidad?) haya pasado desapercibido: «opresión».
La obra de Adam Smith surge en una época en la que Escocia estaba finalmente liberándose de la opresión inglesa: el parlamento inglés le otorgó durante el siglo XVIII mayor independencia política a los escoceses. Esto puede parecer contraintuitivo, dado que en 1707 se firmó el Acta de Unión, pero en la práctica, los parlamentarios escoceses quedaron tan lejos y desconectados de sus territorios, que en efecto Escocia obtuvo una singular autonomía. Además, el Acta de Unión representó el acceso al libre comercio con Inglaterra y sus colonias, circunstancia que favoreció un acelerado crecimiento económico del territorio norte. También en esta época mermó la opresión de la Iglesia, siendo el año 1706 la última ejecución de un ciudadano por blasfemia.
La obra entera de Adam Smith es una oda contra la opresión. Esto no es una interpretación ni mucho menos. Al finalizar el Libro IV sobre política económica, Adam Smith nos indica, según él, cuáles son las 3 responsabilidades de los gobiernos. La segunda responsabilidad, nos dice, es
De acuerdo con el sistema de libertad, el soberano solo tiene tres deberes que cumplir; tres deberes de gran importancia, de hecho, pero claros e inteligibles para el entendimiento común: primero, el deber de proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes; en segundo lugar, el deber de proteger, en la medida de lo posible, a cada miembro de la sociedad de la injusticia u opresión de cualquier otro miembro de la misma, o el deber de establecer una administración exacta de justicia; y, en tercer lugar, el deber de erigir y mantener ciertas obras públicas y ciertas instituciones públicas que nunca será de interés para ningún individuo, o pequeño número de individuos, erigir y mantener; porque la ganancia nunca podría compensar el gasto a ningún individuo o pequeño número de individuos, aunque frecuentemente pueda hacer mucho más que compensarlo a una gran sociedad.
Note el lector que estas son las responsabilidades de los gobiernos, que no es lo mismo que «lo único que tiene que hacer un gobierno»; Adam Smith mismo en los Libros II y III tiene pasajes de distintas actividades económicas que podrían regularse, siempre y cuando se regulen con un espíritu liberal. Porque la esencia de «La Riqueza de las Naciones» no es la de reivindicar, como muchos creen, el egoísmo (actitud que Adam Smith critica fervientemente en el primer párrafo de su obra «Teoría de los Sentimientos Morales»), sino la de crear un sistema de política económica que permita reducir la pobreza, eliminar la opresión de los gobiernos, y favorecer el desarrollo de las naciones.
La obra de Adam Smith consta de 5 libros, que vamos a ir resumiendo en artículos independientes, los cuales se publicarán 1 vez por semana los días lunes. Para acceder a los otros artículos, podrás encontrar el link al pie de página o en esta estructura:
- Libro I: De lo que tiene trascendencia a todas las fuentes de riqueza
- Libro II: De la naturaleza, acumulación y empleo del capital
- Libro III: De los diferentes progresos de la riqueza de las naciones
- Libro IV: De los sistemas de economía política (incluye la famosa cita de la «mano invisible»)
- Libro V: De los ingresos del soberano o del Estado (publicación: 29 de mayo)
La mejor edición que se puede encontrar para leer el original en español, en mi opinión, es la edición de Carlos Rodríguez Braun de 1994 que contiene los libros I, II y III, y una selección de los libros IV y V. La edición completa y resumida abarca 800 hojas, lo que supone un desafío para el lector. Esta edición se puede encontrar en la biblioteca de Internet por definición, archive.org, en este link.
En la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en Buenos Aires se pueden encontrar también varios ejemplares de la excelente edición del Fondo de la Cultura Económica, impresos en México. Creo que hay 4 o 5 ejemplares del FCE, mi sugerencia es solicitar el ejemplar correspondiente a la 2da edición impreso en 2012, dado que los otros ejemplares son un poco más antiguos y corresponden a la 1ra edición.
La mejor versión en inglés de La Riqueza de las Naciones, que es una edición completa y comentada al detalle, es la fantástica recopilación de Edwin Cannan de 1904 que se puede encontrar en Econlib en este link. La obra de Cannan es impecable. Las ediciones en español no me terminan de convencer, porque contienen una pequeña carga ideológica que tergiversan mínimamente las palabras de Adam Smith. Por ejemplo, mientras que en el original la palabra «opresión» aparece mencionada 100 veces, en la edición de Carlos Rodríguez Braun aparece mencionada solo 16 veces (11 veces ‘opresión’, 3 veces ‘oprimido’ y 2 veces ‘oprimidos’) porque 1) se ha matizado el mensaje de Smith y 2) gran parte de estos pasajes se encuentran en los libros IV y V, que en español se presentan resumidos.
Mi única sugerencia, antes de que se sumerjan en el libro, es que tengan en cuenta que fue escrito hace 250 años. Sin más preámbulos, les presento a continuación un resumen capítulo por capítulo del Libro I de la obra de Adam Smith:
Libro I
Capítulo I: De la división del trabajo
Adam Smith, en su obra “La Riqueza de las Naciones”, comienza analizando cómo la división del trabajo ha llevado a una mejora significativa en la productividad, habilidad, destreza y juicio en la dirección y aplicación del trabajo. Esta división del trabajo es más evidente en las manufacturas pequeñas, destinadas a satisfacer necesidades específicas de un número reducido de personas, dado que un observador puede ver con sus propios ojos el aumento en la productividad.
Smith ilustra este concepto con el ejemplo de la fabricación de alfileres. En este proceso, se dividen las tareas en aproximadamente 18 operaciones distintas, cada una realizada por un trabajador diferente. Gracias a esta división, diez trabajadores pueden producir más de 48,000 alfileres al día, en lugar de que cada trabajador produzca solamente unos pocos alfileres trabajando de manera independiente.
Este aumento en la productividad debido a la división del trabajo es similar en otras artes y manufacturas, aunque no siempre puede subdividirse o simplificarse de la misma manera. La división del trabajo ha llevado a la especialización en diferentes oficios y empleos, lo cual es más evidente en sociedades más avanzadas e industrializadas. Por ejemplo, en una sociedad desarrollada, el agricultor se dedica únicamente a la agricultura, mientras que el fabricante se enfoca exclusivamente en la fabricación.
Sin embargo, la división del trabajo en la agricultura no es tan completa como en las manufacturas, ya que es imposible separar completamente las diferentes labores involucradas en la producción agrícola. Esto podría ser la razón por la cual la mejora en la productividad en la agricultura no avanza al mismo ritmo que en las manufacturas. Aunque las naciones más prósperas suelen sobresalir en ambos campos, generalmente se destacan más en las manufacturas que en la agricultura.
La división del trabajo aumenta la cantidad de trabajo que las personas pueden realizar debido a tres factores: el aumento de la habilidad en cada trabajador, el ahorro de tiempo al cambiar de una tarea a otra y la invención de máquinas que facilitan y abrevian el trabajo.
Primero, al especializarse en una tarea específica, cada trabajador mejora su habilidad y destreza en dicha tarea. La división del trabajo permite a cada persona concentrarse en una operación simple y convertirla en su ocupación principal, mejorando su habilidad en el proceso.
Segundo, al especializarse en una tarea, se ahorra tiempo al cambiar de un tipo de trabajo a otro. Cuando un trabajador cambia de tarea, suele tardar en adaptarse y ser productivo en la nueva tarea. La división del trabajo reduce la cantidad de tiempo que se pierde en estos cambios.
Tercero, la invención de máquinas que facilitan y abrevian el trabajo es resultado de la división del trabajo. Al centrar su atención en una tarea simple, es más probable que los trabajadores encuentren formas más fáciles y rápidas de realizar esa tarea. Muchas de las máquinas utilizadas en las industrias donde el trabajo está altamente subdividido fueron inventadas por trabajadores comunes que buscaban mejorar su parte específica del trabajo.
Las mejoras en la maquinaria no solo son resultado del trabajo de quienes las utilizan, sino también de los fabricantes de las máquinas y de los filósofos o especuladores que observan y analizan todo. La filosofía y la especulación, al igual que cualquier otra ocupación, se dividen en diferentes ramas y esto mejora la habilidad y ahorra tiempo en cada rama específica.
La gran multiplicación de las producciones de diferentes artes, como resultado de la división del trabajo, genera una opulencia universal en una sociedad bien gobernada que llega incluso a los rangos más bajos de la población. Cada trabajador tiene una gran cantidad de productos para intercambiar con otros trabajadores, lo que lleva a una abundancia general en toda la sociedad.
Para entender cómo la división del trabajo afecta incluso a los más humildes, basta con observar el alojamiento y los bienes de un trabajador común en un país desarrollado. La cantidad de personas involucradas en la producción de los bienes que utiliza supera toda estimación. Por ejemplo, la confección de un abrigo de lana requiere del trabajo conjunto de una multitud de personas, como el pastor, el clasificador de lana, el peinador, el tintorero, el hilandero, el tejedor y otros. Además, se necesitan comerciantes, transportistas y trabajadores en la navegación y construcción naval para transportar y obtener los materiales necesarios para la producción.
Si examinamos todas las partes de su vestimenta y mobiliario, así como los utensilios de cocina y otros objetos de uso diario, nos daremos cuenta de la variedad de trabajo necesario para proporcionar a un individuo incluso los bienes más básicos. La cooperación de miles de personas es necesaria para satisfacer las necesidades de la persona más humilde en un país civilizado.
Aunque el alojamiento y los bienes de un trabajador común puedan parecer simples en comparación con el lujo de los más acomodados, incluso el campesino más trabajador y frugal puede disfrutar de una vida más cómoda que la de muchos reyes africanos, quienes poseen el control absoluto sobre la vida y la libertad de miles de personas.
Capítulo II: Del principio que origina la división del trabajo
La división del trabajo, que conlleva tantas ventajas, no es originalmente el resultado de la sabiduría humana, sino de la lenta y gradual consecuencia de una cierta propensión en la naturaleza humana: la propensión a negociar, intercambiar y comerciar una cosa por otra.
Esta propensión es común a todos los seres humanos y no se encuentra en ninguna otra especie animal. En una tribu de cazadores o pastores, por ejemplo, una persona puede hacer arcos y flechas con más habilidad que cualquier otra. Por lo tanto, fabricar arcos y flechas se convierte en su principal actividad y se convierte en una especie de armero. Del mismo modo, otro se especializa en construir chozas o casas móviles y se convierte en un carpintero, mientras que otro se convierte en herrero o fundidor. Esta especialización y la habilidad para intercambiar el excedente de su trabajo por el trabajo de otros les permite a todos tener acceso a una variedad de bienes y servicios.
La diferencia de talentos naturales en diferentes personas es, en realidad, mucho menor de lo que pensamos. La diferencia entre un filósofo y un portero de calle, por ejemplo, no se debe tanto a la naturaleza como al hábito, la costumbre y la educación. Es esta propensión al intercambio y al comercio la que fomenta y hace útiles estas diferencias de talento.
En resumen, la propensión humana al intercambio y al comercio ha llevado al surgimiento de la división del trabajo, permitiendo a las personas especializarse y perfeccionar sus habilidades en áreas específicas. Esta especialización ha resultado en una mayor eficiencia y en una mejor calidad de vida para todos los involucrados.
Capítulo III: La división del trabajo y el alcance del mercado
En el Capítulo III de “La Riqueza de las Naciones”, Adam Smith argumenta que la división del trabajo está limitada por el alcance del mercado. La posibilidad de intercambiar bienes y servicios es lo que da lugar a la especialización laboral y, por lo tanto, la división del trabajo depende del tamaño del mercado.
Smith señala que ciertas ocupaciones, como la de un portero, solo pueden existir en grandes ciudades. En áreas rurales, las personas deben ser autosuficientes, aprendiendo a realizar diversas tareas por sí mismas. Los artesanos del campo deben dominar múltiples habilidades relacionadas con su oficio.
El autor también destaca la importancia del transporte acuático en la expansión del mercado. Un barco puede transportar más bienes que un carro tirado por caballos y con un menor costo. El transporte acuático permite el comercio entre regiones distantes del mundo y fomenta el intercambio entre ciudades. En este contexto, Smith menciona el comercio entre Londres y Calcuta como ejemplo.
Los primeros avances en la industria y la tecnología se dieron en áreas cercanas a las costas y a los ríos navegables, ya que estos permiten el acceso a un mercado global. Las regiones interiores del país tardan más en desarrollarse debido a la limitación de su mercado local.
Smith también hace referencia a la historia de la civilización, observando que las primeras sociedades civilizadas se encontraban alrededor del mar Mediterráneo, un lugar propicio para la navegación. Egipto, en particular, se benefició de la navegación a través del río Nilo y sus canales. Del mismo modo, en Asia, regiones como Bengala y algunas provincias de China también experimentaron un rápido desarrollo gracias a sus sistemas fluviales navegables.
En resumen, Adam Smith sostiene en este capítulo que el alcance del mercado es un factor clave en la división del trabajo y, por ende, en el desarrollo económico. El transporte acuático y la navegación desempeñan un papel fundamental en la expansión del mercado y la promoción del comercio.
Capítulo IV: Del origen y uso del dinero
En este capítulo, Adam Smith explica cómo el dinero surgió como una solución a las limitaciones del trueque en una sociedad con división del trabajo. A medida que la especialización en el trabajo aumentó, las personas necesitaban intercambiar bienes y servicios para satisfacer sus necesidades, pero el trueque resultaba ineficiente debido a la falta de coincidencia de las necesidades entre los comerciantes. El dinero permitió a las personas intercambiar fácilmente sus bienes y servicios sin depender de la coincidencia de las necesidades.
Smith señala que, a lo largo de la historia, varios productos, como el ganado, la sal y las conchas, han servido como medios de intercambio. Sin embargo, los metales, especialmente el oro y la plata, se convirtieron en el instrumento preferido para el comercio debido a su durabilidad, divisibilidad y fácil transporte.
El autor también explica que, antes de la aparición de las monedas, los metales se utilizaban en barras sin acuñar, lo que causaba dificultades para pesar y evaluar su valor. Para superar estos problemas, los países comenzaron a acuñar monedas con marcas oficiales que garantizaban su peso y pureza. Las denominaciones de las monedas solían representar el peso del metal que contenían, aunque con el tiempo, los gobiernos redujeron la cantidad de metal en las monedas para pagar sus deudas con menos recursos, lo que llevó a la devaluación de las monedas.
Finalmente, Smith establece que el dinero se convirtió en el “instrumento universal de comercio”, facilitando el intercambio de bienes y servicios. En los capítulos siguientes, examinará en detalle cómo se determina el valor de intercambio de los bienes y cómo se compone su precio.
Capítulo V: Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y su precio en dinero
En este capítulo, Adam Smith analiza cómo se determina el valor de las mercancías y cómo se relaciona con el trabajo y el dinero. Argumenta que un individuo es rico o pobre según la cantidad de trabajo que puede comprar o controlar, y que el valor de cualquier mercancía es igual a la cantidad de trabajo que permite a su poseedor comprar o controlar.
Smith afirma que el trabajo es la medida real del valor de intercambio de todas las mercancías, ya que todas las cosas se compraron originalmente con trabajo. Sin embargo, la estimación del valor en términos de trabajo puede ser difícil, ya que no es fácil determinar la proporción entre dos cantidades diferentes de trabajo o comparar diferentes tipos de trabajo. Por lo tanto, es más natural y común estimar el valor de las mercancías en términos de dinero, ya que es el instrumento de intercambio más utilizado.
Aunque el trabajo es el verdadero estándar de medida del valor de las mercancías, su valor puede parecer variable para quien lo emplea, ya que a veces compra más o menos bienes con la misma cantidad de trabajo. En este sentido, el trabajo, al igual que las mercancías, puede decirse que tiene un precio real y un precio nominal. El precio real del trabajo consiste en la cantidad de bienes necesarios y convenientes que se dan a cambio de él, mientras que su precio nominal es la cantidad de dinero. La riqueza de un trabajador depende de su precio real, no del nominal.
Adam Smith diferencia entre el precio real y nominal de las mercancías y el trabajo. El precio real siempre tiene el mismo valor, mientras que el nominal puede variar debido a las fluctuaciones en el valor del oro y la plata. Por ejemplo, cuando se vende una propiedad con una renta perpetua, es importante que la renta no se fije en una cantidad específica de dinero, ya que su valor podría cambiar con el tiempo.
Las monedas de diferentes países han experimentado variaciones en la cantidad de metal puro que contienen. La mayoría de las veces, la cantidad de metal ha disminuido, lo que también disminuye el valor de una renta en dinero.
El descubrimiento de las minas de América llevó a una disminución en el valor del oro y la plata en Europa. La renta en granos de cereal ha mantenido su valor mejor que las rentas en dinero. Aunque el valor real de la renta en grano varía menos de siglo en siglo que el de la renta en dinero, sí varía mucho más de año en año.
El trabajo es la única medida universal y precisa del valor, ya que nos permite comparar los valores de diferentes mercancías en diferentes momentos y lugares. El dinero es una medida exacta del valor intercambiable de todas las mercancías en un mismo lugar y tiempo, pero no en lugares y tiempos distantes.
En otras palabras, aunque es útil distinguir entre precios reales y nominales en rentas perpetuas y contratos a largo plazo, en las transacciones comunes y corrientes de la vida, el precio nominal es el que determina la prudencia o imprudencia de las compras y ventas y regula casi toda la actividad económica en la que el precio es relevante. En este tipo de análisis, puede ser útil comparar los diferentes valores reales de una mercancía en diferentes momentos y lugares, utilizando el precio del trabajo o, si no se conoce con precisión, el del grano como aproximación.
Adam Smith analiza en este capítulo cómo las naciones han utilizado diferentes metales como monedas, asignando un metal específico como medida de valor en función de su historia y uso en el comercio. Por ejemplo, en la antigua Roma, el cobre era la medida de valor, mientras que en la Europa moderna, la plata cumplía ese papel.
Smith también destaca cómo los metales se convirtieron en moneda de curso legal y cómo la relación entre los valores de los metales se ha regulado con el tiempo. El valor de la moneda de oro y plata ha experimentado fluctuaciones debido a las variaciones en la oferta y la demanda, así como al desgaste y la pérdida de los metales.
La calidad y el peso de la moneda determinan su capacidad para servir como medida precisa del valor. El desgaste de la moneda y las diferencias en su composición pueden crear incertidumbre en la medida del valor. Smith argumenta que los comerciantes ajustan el precio de sus bienes en función de la cantidad real de oro o plata que contienen las monedas, en lugar de su denominación.
Por último, es importante destacar que cuando Smith habla del precio en dinero de las mercancías, se refiere siempre a la cantidad de oro o plata pura por la que se venden, sin tener en cuenta la denominación de la moneda en cuestión.
Capítulo VI: Las partes que componen el precio de las mercancías
En “La Riqueza de las Naciones”, Adam Smith aborda en el libro I, capítulo VI, las partes componentes del precio de las mercancías. En un estado primitivo de la sociedad, la proporción entre las cantidades de trabajo necesarias para adquirir diferentes objetos parece ser la única circunstancia que puede proporcionar una regla para intercambiarlos entre sí. Sin embargo, a medida que la sociedad avanza y se acumula capital, las cosas cambian y el producto del trabajo se divide entre el trabajador y el propietario del capital que lo emplea.
Smith explica que el precio de cada mercancía se descompone en tres partes: los salarios del trabajo, los beneficios del capital y la renta de la tierra. El valor real de todas las partes componentes del precio se mide por la cantidad de trabajo que cada una de ellas puede adquirir o demandar. En una sociedad avanzada, las tres partes entran más o menos como componentes en el precio de la mayoría de las mercancías.
A medida que una mercancía se fabrica más, la parte del precio que se resuelve en salarios y beneficios tiende a ser mayor en proporción a la que se resuelve en renta. Además, el precio de cualquier mercancía debe resolverse finalmente en una o más de esas tres partes.
En resumen, Smith argumenta que los salarios, las ganancias y las rentas son las tres fuentes originales de todos los ingresos y valores intercambiables en una sociedad. Todos los demás ingresos se derivan en última instancia de uno o más de estos.
Capítulo VII: La relación entre el precio natural y el precio de mercado de las mercancías
En este capítulo, Adam Smith analiza la relación entre el precio natural y el precio de mercado de las mercancías. El precio natural es aquel que cubre los costos de producción, incluidos los salarios, las ganancias y la renta, y se considera el precio al cual se vende un bien en condiciones normales. El precio de mercado es el precio actual al cual se vende un producto y puede estar por encima, por debajo o igual al precio natural.
El precio de mercado está influenciado por la oferta y la demanda efectiva, la cual está determinada por aquellos dispuestos a pagar el precio natural de un bien. Si la cantidad de bienes en el mercado es menor a la demanda efectiva, la competencia aumenta y el precio de mercado se eleva por encima del precio natural. Por otro lado, si la cantidad de bienes excede la demanda efectiva, el precio de mercado disminuye por debajo del precio natural.
Smith argumenta que los precios de mercado tienden a gravitar hacia el precio natural, aunque ciertos factores pueden mantenerlos por encima o por debajo de este nivel por períodos prolongados. Estos factores pueden ser accidentes, causas naturales o regulaciones gubernamentales. Sin embargo, en última instancia, la competencia y la información sobre las ganancias extraordinarias tienden a equilibrar el precio de mercado y el precio natural.
El autor también señala que las fluctuaciones en el precio de mercado afectan principalmente a los salarios y las ganancias, mientras que la renta se ve menos afectada. Estas fluctuaciones pueden deberse a cambios en la oferta y la demanda de bienes y servicios, así como a eventos específicos como duelos públicos que afectan temporalmente los precios de ciertos productos.
Adam Smith analiza cómo ciertos factores pueden provocar desviaciones temporales o permanentes en el precio de mercado de las mercancías con respecto a su precio natural.
Smith señala que los secretos en la manufactura pueden mantenerse por más tiempo que en el comercio, lo que permite a los productores disfrutar de ganancias extraordinarias debido al alto precio pagado por su trabajo especializado. Estas ganancias pueden durar mucho tiempo e incluso ser heredadas por generaciones.
Algunos productos naturales pueden requerir condiciones específicas de suelo y ubicación, lo que limita su oferta en el mercado. Esto puede llevar a precios elevados durante siglos, ya que la demanda efectiva no puede ser completamente satisfecha.
Los monopolios, ya sean individuales o de empresas, también pueden generar precios elevados al mantener el mercado constantemente desabastecido. Estos precios de monopolio son siempre los más altos que los compradores están dispuestos a pagar, mientras que el precio natural es el más bajo que los vendedores pueden ofrecer y seguir en el negocio.
Las regulaciones que limitan la competencia, como los privilegios exclusivos de las corporaciones y las leyes de aprendizaje, también pueden aumentar los precios de mercado por encima del precio natural. Estos efectos pueden durar tanto como las regulaciones que los provocan.
El precio de mercado de una mercancía no puede mantenerse por debajo de su precio natural por mucho tiempo, ya que los afectados retirarían rápidamente sus recursos, equilibrando la oferta y la demanda. Sin embargo, las regulaciones pueden mantener los salarios y las ganancias por debajo de su tasa natural, aunque no de manera tan duradera como cuando los elevan por encima de ella.
En los próximos cuatro capítulos, Smith promete analizar las causas de las variaciones en los componentes del precio natural: salarios, ganancias y rentas. Explorará cómo estos factores son afectados por la riqueza, la pobreza y las diferentes condiciones de una sociedad, y cómo ciertas proporciones parecen existir entre los salarios y las ganancias en diferentes empleos y sectores. Por último, examinará los factores que influyen en la renta de la tierra y cómo afectan el precio real de los bienes producidos.
Capítulo VIII: De los salarios del trabajo
En este capítulo, Adam Smith discute cómo los salarios de los trabajadores están determinados y cómo pueden cambiar en diferentes circunstancias. En un estado original en el que el trabajador disfruta del producto completo de su trabajo, los salarios serían más altos. Sin embargo, este estado no perdura debido a la apropiación de tierras y la acumulación de bienes. El salario de los trabajadores se ve afectado por la renta que se paga al propietario de la tierra y la participación del empleador o del maestro en el producto del trabajo.
Los salarios están determinados por un contrato entre el trabajador y el empleador, y ambos tienen intereses diferentes en la negociación. Los trabajadores buscan obtener un salario más alto, mientras que los empleadores buscan pagar lo menos posible. Smith sostiene que, en general, los empleadores tienen ventaja en estas negociaciones debido a su menor número, la capacidad de combinar esfuerzos y resistir más tiempo sin emplear trabajadores.
A pesar de esto, hay un límite por debajo del cual no es posible reducir los salarios, ya que los trabajadores deben ganar lo suficiente para mantenerse a sí mismos y a sus familias. En ciertas circunstancias, los trabajadores pueden obtener ventajas que les permiten aumentar sus salarios por encima de este límite. Por ejemplo, cuando la demanda de trabajadores aumenta constantemente, los empleadores compiten entre sí por contratar a trabajadores, lo que puede resultar en un aumento de los salarios.
En otras palabras, Smith argumenta que la demanda de trabajadores asalariados aumenta en proporción al crecimiento de la riqueza nacional, que se refleja en el aumento de ingresos y bienes en un país. En resumen, los salarios de los trabajadores están influenciados por factores como la propiedad de la tierra, la acumulación de bienes, las negociaciones entre trabajadores y empleadores, y el crecimiento de la riqueza nacional.
Adam Smith sostiene que no es la magnitud de la riqueza nacional, sino su incremento constante, lo que provoca un aumento en los salarios del trabajo. Compara las condiciones de vida en Inglaterra y Norteamérica, señalando que aunque Inglaterra es más rica, los salarios son más altos en Norteamérica debido a su rápido crecimiento económico. Además, el rápido crecimiento poblacional en Norteamérica es un indicativo de prosperidad.
Smith sostiene que en un país estancado, como China en su tiempo, no se puede esperar que los salarios sean altos. A pesar de ser un país rico en términos de fertilidad y población, su estancamiento lleva a la pobreza y a la dificultad de mantener a una familia.
El autor también aborda la variación de los salarios en diferentes lugares y tiempos, señalando que no siempre corresponden a las variaciones en el precio de los alimentos. Durante el siglo en el que vivió Smith, el salario real de los trabajadores, es decir, la cantidad de bienes y servicios que podían adquirir, aumentó en mayor proporción que el salario monetario.
En otras palabras, Smith se pregunta si la mejora en las condiciones de vida de las clases bajas es beneficiosa o perjudicial para la sociedad. Concluye que es una ventaja, ya que los trabajadores constituyen la mayoría de la sociedad y es justo que quienes alimentan, visten y alojan a la población en general tengan una parte suficiente de los frutos de su propio trabajo para vivir dignamente.
Adam Smith analiza la relación entre la pobreza, la población y los salarios. Aunque la pobreza desalienta el matrimonio, no necesariamente lo impide. Sin embargo, la pobreza es desfavorable para la crianza de los hijos, lo que resulta en una alta tasa de mortalidad infantil.
Smith sostiene que la recompensa liberal del trabajo, es decir, salarios altos, es tanto un efecto como una causa del crecimiento de la población. A medida que aumenta la demanda de mano de obra, también lo hacen los salarios, lo que incentiva la propagación y la industria entre las personas comunes. Los trabajadores son más activos, diligentes y expeditos cuando los salarios son altos, aunque también tienden a sobreexigirse y dañar su salud.
Los años de escasez y abundancia también influyen en los salarios. En años de abundancia, los salarios pueden aumentar debido a la mayor demanda de mano de obra, mientras que en años de escasez, los salarios pueden disminuir debido a la menor demanda. A pesar de las fluctuaciones en el precio de los alimentos, estos siguen influyendo en el precio del trabajo.
El aumento en los salarios del trabajo necesariamente incrementa el precio de muchos productos y, en consecuencia, tiende a disminuir su consumo tanto en el mercado interno como en el extranjero. Sin embargo, el mismo factor que aumenta los salarios del trabajo, el incremento del capital, también tiende a aumentar la productividad del trabajo al permitir una mejor división y distribución del empleo y la adopción de maquinaria más eficiente. Así, aunque el precio de algunos productos aumenta, la cantidad producida por unidad de trabajo puede aumentar aún más, compensando el incremento en el precio.
Capítulo IX: De los beneficios del capital
En este capítulo, Adam Smith analiza cómo los beneficios del capital y los salarios de los trabajadores dependen de las mismas causas, como el crecimiento o la disminución de la riqueza de una sociedad. Sin embargo, estas causas afectan de manera diferente a ambos. El aumento del capital, que eleva los salarios, tiende a disminuir las ganancias. La competencia entre comerciantes con mucho capital en el mismo comercio tiende a reducir las ganancias en ese comercio y en todos los demás.
Determinar las ganancias promedio del capital es complicado y cambia constantemente debido a factores como la variación en los precios de los productos y la fortuna de los competidores y clientes. Para tener una idea de las ganancias promedio del capital, Smith sugiere analizar el interés del dinero.
Smith también analiza cómo las ganancias del capital y los salarios de los trabajadores varían en diferentes lugares y tiempos. Por ejemplo, en las colonias de América del Norte y el Caribe, tanto los salarios como las ganancias del capital son más altos que en Inglaterra. También menciona que en Escocia, las ganancias del capital tienden a ser más altas que en Inglaterra debido a un menor nivel de inversión requerido en varias industrias y a salarios más bajos.
Smith señala que la adquisición de nuevos territorios o ramas comerciales puede aumentar temporalmente las ganancias del capital y el interés del dinero en un país que ya está avanzando en la adquisición de riqueza. Esto se debe a que la competencia disminuye en las ramas comerciales antiguas y los precios de los productos aumentan, lo que lleva a mayores ganancias y tasas de interés más altas para los comerciantes y prestamistas.
Además, en este capítulo, Adam Smith analiza cómo la disminución del capital en una sociedad afecta los salarios y las ganancias, así como la relación entre las tasas de interés y las ganancias. Smith explica que, si el capital de una sociedad disminuye, los salarios del trabajo también disminuirán, pero las ganancias del capital aumentarán. A medida que disminuyen los salarios, los propietarios de bienes pueden llevar sus productos al mercado a un costo menor, lo que les permite obtener más ganancias.
Smith señala que, en países como la India y China, los salarios son muy bajos y las ganancias del capital son altas debido a las condiciones de esos países. Además, menciona que las leyes y regulaciones pueden afectar las tasas de interés y las ganancias en diferentes naciones. En países con una gran cantidad de riqueza, las tasas de interés y las ganancias son bajas, lo que obliga a las personas a involucrarse en negocios para mantener su nivel de vida.
El autor también examina cómo los altos salarios y las altas ganancias afectan el precio de los bienes y servicios. Argumenta que las ganancias elevadas tienen un impacto mucho mayor en el aumento de los precios que los salarios elevados. Los empleadores a menudo se quejan de los efectos negativos de los altos salarios en la venta de sus productos, pero no mencionan cómo sus propias ganancias también pueden afectar negativamente los precios.
En resumen, este capítulo explora la relación entre el capital, los salarios, las ganancias y las tasas de interés, y cómo estos factores afectan el precio de los bienes y la economía en general.
Capítulo X: De los salarios y ganancias en los diferentes empleos del trabajo y el capital
En este capítulo, Adam Smith sostiene que las ventajas y desventajas de los diferentes empleos de trabajo y capital tienden a ser iguales o a equilibrarse en una misma área geográfica. En una sociedad donde hay completa libertad para elegir y cambiar de ocupación, cada individuo buscaría empleos ventajosos y evitaría los desventajosos, lo que llevaría a un equilibrio en términos de beneficios y desventajas.
Sin embargo, Smith reconoce que en Europa, los salarios y las ganancias varían significativamente según los diferentes empleos. Esta diferencia se debe en parte a ciertas circunstancias en los empleos mismos, que compensan las diferencias en ganancias monetarias, y en parte a la política europea, que no permite la completa libertad en la elección de empleo.
El autor señala que el análisis de estas circunstancias y políticas se tratará en la segunda parte del capítulo.
Parte I: Desigualdades que surgen de la naturaleza de los empleos en sí mismos
Smith identifica cinco factores principales que influyen en las diferencias salariales entre diferentes empleos:
- La agradable o desagradable naturaleza del empleo en sí. Por ejemplo, un sastre gana menos que un tejedor porque su trabajo es más fácil y limpio.
- La facilidad y el costo, o la dificultad y el gasto, de aprender el oficio. Aquellos empleos que requieren habilidades y destrezas extraordinarias suelen tener salarios más altos para compensar la inversión en educación y capacitación.
- La constancia o inconstancia del empleo. Los trabajadores cuyo empleo es más constante y menos dependiente de factores externos, como el clima, tienden a ganar salarios más bajos en comparación con aquellos cuyo empleo es más inestable e incierto.
- El grado de confianza que se debe depositar en quienes ejercen el empleo. Aquellos empleos que requieren un alto grado de confianza, como abogados y médicos, suelen tener salarios más altos.
- La probabilidad o improbabilidad de éxito en el empleo. Aquellos empleos con mayores riesgos o dificultades para tener éxito suelen tener salarios más altos como compensación.
Smith también señala que las leyes y políticas en Europa influyen en las diferencias salariales entre diferentes ocupaciones, como las regulaciones sobre aprendizajes y la distinción entre empleos calificados y no calificados. Además, destaca cómo las condiciones de empleo pueden afectar los salarios en diversos grados según el lugar y las circunstancias específicas.
Parte II: Inequidades causadas por la Política de Europa
En este capítulo, Adam Smith examina cómo la política en Europa crea desigualdades en los empleos de mano de obra y capital, yendo más allá de lo que resultaría de una situación de perfecta libertad. Explica que la política europea provoca estas desigualdades de tres maneras principales:
- Restringiendo la competencia en algunos empleos a un número menor de personas de las que estarían dispuestas a entrar en ellos.
- Aumentando la competencia en otros empleos más allá de lo que sería natural.
- Obstaculizando la libre circulación de mano de obra y capital, tanto de empleo a empleo como de un lugar a otro.
Smith argumenta que los privilegios exclusivos de las corporaciones son el principal medio utilizado para restringir la competencia en ciertos empleos. Estos privilegios limitan la cantidad de personas que pueden ingresar a un oficio al requerir que hayan cumplido un aprendizaje bajo un maestro calificado en una ciudad específica. Además, las regulaciones corporativas a menudo limitan la cantidad de aprendices que un maestro puede tener y la duración de los aprendizajes.
El autor señala que el término de siete años para la duración de los aprendizajes era común en toda Europa y se aplicaba a una amplia gama de oficios. En Inglaterra, el Estatuto de Aprendizaje estableció que ninguna persona podía ejercer un oficio a menos que hubiera cumplido un aprendizaje de al menos siete años en ese oficio. Sin embargo, esta ley ha sido interpretada de manera estricta y se aplica solo a los oficios que existían en Inglaterra antes del quinto año del reinado de Elizabeth I.
Smith también analiza la duración de los aprendizajes en Francia y Escocia, señalando que no hay una ley general en Escocia que regule universalmente la duración de los aprendizajes y que, en general, las leyes corporativas en Escocia son menos opresivas que en otros países europeos.
Finalmente, el autor argumenta que la institución de largos aprendizajes no garantiza que los productos de mala calidad no se vendan al público y no fomenta la formación de los jóvenes en la industria. Por el contrario, los aprendices pueden sentir aversión al trabajo si no reciben beneficios de sus esfuerzos durante un largo período.
Capítulo XI: De la Renta de la Tierra
Adam Smith analiza en este capítulo la renta de la tierra como un precio natural que los arrendatarios pueden pagar. La renta es el resultado de lo que un agricultor puede permitirse pagar en función de las circunstancias reales de la tierra. La renta se considera un precio de monopolio, ya que no está relacionada con lo que el propietario haya invertido en mejoras o lo que él mismo pueda permitirse tomar.
Existen dos tipos de productos de la tierra: aquellos que siempre generan una renta y aquellos que pueden o no generarla, dependiendo de las circunstancias. La renta, a diferencia de los salarios y las ganancias, es el efecto de los precios altos o bajos de los productos. Si el precio es suficiente para cubrir los salarios y las ganancias, la renta será alta o baja en función de ese precio.
El capítulo se divide en tres partes: en primer lugar, se analizan los productos de la tierra que siempre generan una renta; en segundo lugar, aquellos productos que a veces pueden generar renta y otras no; y en tercer lugar, las variaciones que ocurren en el valor relativo de estos dos tipos de productos a lo largo de los diferentes períodos de mejora, en comparación tanto entre sí como con los productos manufacturados.
Parte I: La renta de la tierra y sus factores determinantes
Adam Smith argumenta que la renta de la tierra se deriva del excedente de la producción de alimentos, que siempre es demandada. La cantidad de alimentos que produce un terreno no solo depende de su fertilidad, sino también de su ubicación. Los terrenos cercanos a las ciudades suelen tener una renta más alta que los terrenos igualmente fértiles en zonas rurales debido a los costes de transporte.
Smith destaca la importancia de las buenas carreteras, canales y ríos navegables para conectar las zonas rurales con las ciudades y reducir el monopolio local. Estas mejoras en la infraestructura benefician tanto a la ciudad como al campo al abrir nuevos mercados y fomentar la competencia.
La relación entre los precios del pan y la carne también influye en la renta de la tierra. En las etapas iniciales de la agricultura, la carne suele ser más abundante y, por lo tanto, más barata que el pan. Sin embargo, a medida que la agricultura se expande y se cultiva más tierra, el pan se vuelve más abundante y la carne se vuelve más cara. La renta y las ganancias de las tierras de pastoreo y cultivo de cereales tienden a igualarse en una gran parte del país, aunque hay excepciones locales.
Smith también menciona cómo la importación de cereales puede afectar a la renta de la tierra. En países densamente poblados como Holanda y la antigua Italia, la demanda de alimentos supera la capacidad de producción local y se importa cereales para alimentar a la población. En este caso, las tierras se dedican principalmente a la producción de pasto, que es más voluminoso y difícil de transportar que los cereales.
En resumen, la renta de la tierra es una función de la producción de alimentos y se ve afectada por factores como la fertilidad del suelo, su ubicación, la infraestructura de transporte y la relación entre los precios de la carne y el pan.
Parte II: De los productos de la tierra que a veces sí y a veces no generan renta
En este capítulo, Adam Smith analiza cómo diferentes tipos de productos de la tierra pueden generar renta para el propietario de la tierra, dependiendo de las circunstancias.
La comida es el único producto de la tierra que siempre proporciona renta al propietario. Otros tipos de productos, como los materiales para la ropa y la vivienda, pueden generar renta en ciertas condiciones. Cuando la demanda de estos materiales es alta, su precio puede generar renta. Sin embargo, cuando hay una superabundancia de estos materiales, su precio puede ser tan bajo que no generan renta.
Smith destaca que la demanda de estos materiales está influenciada por el comercio exterior. Por ejemplo, las pieles de animales y la madera pueden encontrar mercados en otros países, lo que les da valor y les permite generar renta para el propietario de la tierra.
El autor sostiene que la población de un país no está determinada por la cantidad de personas que la tierra puede alimentar, sino por la cantidad de personas que pueden obtener comida. La comida es la fuente original de la renta, y otros productos de la tierra que generan renta obtienen su valor de la mejora de la capacidad de producción de alimentos a través de la mejora y el cultivo de la tierra.
Smith también examina cómo la rentabilidad de una mina de carbón depende de su fertilidad y ubicación. Las minas fértiles pueden generar renta, mientras que las minas infértiles no pueden. Además, algunas minas pueden ser explotadas con fines de lucro, pero no generar renta para el propietario de la tierra.
Parte III: De las variaciones en la proporción entre los valores respectivos de ese tipo de producto que siempre proporciona renta y aquel que a veces sí y a veces no proporciona renta
A medida que la comida se vuelve más abundante debido a la mejora y la agricultura, aumenta la demanda de otros productos que no son alimentos y que se pueden utilizar para fines prácticos o decorativos. Por lo tanto, se esperaría que la relación entre los valores de estos dos tipos de productos cambie con el tiempo. Específicamente, se esperaría que el valor de aquellos productos que a veces proporcionan renta aumente en relación con el valor de los que siempre proporcionan renta.
En general, esto es lo que ha ocurrido con la mayoría de los productos a lo largo de la historia. A medida que la industria y el arte avanzan, los materiales para la ropa y la vivienda, los fósiles y minerales útiles, los metales preciosos y las piedras preciosas se vuelven más demandados y, en consecuencia, se vuelven más caros en términos de la cantidad de alimentos que se pueden intercambiar por ellos.
Sin embargo, hay casos en los que el suministro de ciertos productos aumenta en una proporción aún mayor que la demanda, lo que provoca que el valor de estos productos disminuya en lugar de aumentar. Un ejemplo de esto es la plata. Aunque la demanda de plata podría aumentar con la mejora de un país, el descubrimiento de nuevas minas más fértiles podría hacer que el suministro aumente en una proporción mucho mayor que la demanda, haciendo que el valor de la plata disminuya en términos de la cantidad de alimentos que se pueden intercambiar por ella.
A lo largo de los últimos cuatro siglos, ha habido tres combinaciones posibles de eventos en el progreso del mejoramiento, y todas ellas han ocurrido en el mercado europeo. Estos eventos incluyen un aumento en la demanda de plata mientras el suministro permanece constante, un aumento en el suministro mientras la demanda permanece constante y un aumento en ambos, el suministro y la demanda en proporciones similares. Estos eventos han influido en la relación entre los valores de los diferentes tipos de productos a lo largo del tiempo.
Conclusión del capítulo (y fin del Libro I)
Adam Smith argumenta que cada mejora en las circunstancias de la sociedad tiende a elevar la renta real de la tierra, lo que aumenta la riqueza y el poder adquisitivo del terrateniente. La expansión de la mejora y la agricultura aumenta la renta directamente, ya que la proporción de la producción destinada al terrateniente aumenta con la producción total.
Las mejoras en la productividad del trabajo, que tienden a reducir el precio real de los productos manufacturados, también aumentan indirectamente la renta real de la tierra. Esto se debe a que el terrateniente intercambia parte de su producción excedente por productos manufacturados y una reducción en el precio real de estos productos aumenta el valor de la producción del terrateniente.
El aumento de la riqueza real en una sociedad y el aumento en la cantidad de trabajo útil empleado dentro de ella también tienden a elevar indirectamente la renta real de la tierra. Sin embargo, las circunstancias contrarias, como la falta de cultivo y mejora, la disminución de la riqueza real de la sociedad y la caída en el precio real de los productos agrícolas, tienden a reducir la renta real de la tierra.
En un país, la renta de la tierra, los salarios del trabajo y las ganancias del capital constituyen las tres fuentes de ingresos de los diferentes órdenes sociales. Estos tres órdenes son los terratenientes, los trabajadores y aquellos que viven de las ganancias del capital. El interés de los terratenientes y los trabajadores está estrechamente relacionado con el interés general de la sociedad. Sin embargo, el interés de aquellos que viven de las ganancias del capital no siempre coincide con el interés general de la sociedad, ya que a menudo tienen intereses particulares en la promoción de sus propios negocios.
Smith concluye que las propuestas de nuevas leyes o regulaciones comerciales que provienen de aquellos que viven de las ganancias del capital deben ser examinadas con precaución y escepticismo, ya que estos individuos pueden tener intereses en engañar y oprimir al público en general para su propio beneficio.