Enero, 2019
Un breve repaso por la historia de Irlanda
Tierra de legado celta, su lucha de 800 años con el Reino Unido culminó con su independencia en 1922 tras la cual se proclamó la República de Irlanda. Tierra infinita en leyendas, la más influyente de ellas es la de San Patricio, quien predicó la divina trinidad cristiana realizando una analogía con un trébol de tres hojas (shamrock, en inglés), el cual se convertiría luego en un símbolo nacional. Muchas de estas historias reflejan el carácter obstinado y firme del pueblo irlandés. Los principales asentamientos se encuentran hacia el centro y este de la isla, donde prevalecen las praderas —en ciudades como Dublín, Cork, Limerick o Kilkenny— ya que el oeste es terreno montañoso, rocoso e infértil. La conversión de Irlanda al catolicismo fue el principal motivo de enfrentamiento con la corona británica a través de su historia, y hacia principios del siglo XX las diferencias produjeron la ruptura entre Irlanda e Irlanda del Norte (que ocupa el territorio de la antigua provincia de Ulster, con una superficie de aproximadamente un sexto del total de la isla), región de tradición protestante a causa de los numerosos asentamientos británicos. Con la disputa por la región norte acrecentándose luego de la independencia, la tensión entre católicos y protestantes alcanzó su punto álgido el domingo 30 de enero de 1972, cuando una pacífica protesta civil fue reprimida por la policía, dejando un saldo de catorce muertos en un trágico hecho que pasaría a la historia como Bloody Sunday (inspirando la famosa canción del grupo musical U2) y que no sería más que la antesala de treinta años de atentados perpetrados por el grupo terrorista IRA (Irish Republican Army) en una escalada de violencia conocida como The Troubles.
En la actualidad es un país muy receptivo a la inmigración europea, pero irónicamente su fatídica historia de pestes y guerras durante los siglos XIX y XX obligó históricamente a la población a abandonar de forma masiva sus tierras. El evento más significativo fue la gran hambruna que flageló el territorio en el período comprendido entre los años 1845 y 1852, donde perecieron más de un millón de personas y más de dos millones emigraron hacia Liverpool y la costa este de Estados Unidos de América, recalando principalmente en las ciudades de Boston, New York y Philadelphia (influencia retratada en distintas obras cinematográficas de Martin Scorsese). De los ocho millones de habitantes que ocupaban el territorio hacia 1845, la población se redujo a la mitad y es hoy día que apenas supera los cinco millones. Paradójicamente, la diáspora irlandesa se puede ver retratada actualmente en los casi ochenta millones de personas alrededor del mundo con raíces celtas.
El «milagro económico» de Irlanda
El desarrollo alcanzado por Irlanda hacia finales del siglo XX califica de milagro económico. Durante la década del noventa se convirtió en el segundo país con mayor PBI per cápita de la zona Euro y el onceavo del mundo. Esto resulta sorprendente al comparar la situación en la que se encontraba tan solo treinta años atrás, en 1988, cuando The Economist publicaba un famoso artículo titulado Poorest of the Rich («El más pobre entre los ricos»). Los vaivenes sufridos por el país a lo largo del siglo tuvieron varios capítulos de fuertes contrastes entre sí:
- En la década del 30, poco después de independizarse, Irlanda adoptó medidas proteccionistas con el propósito de defender a su industria y sus agricultores. Este aislamiento del resto del mundo se extendió hasta los años 50. Los resultados fueron desastrosos, sufriendo estancamiento económico, aumento de la pobreza, escaso desarrollo de la industria nacional y atraso tecnológico.
- En la década del 60 cambió drásticamente su política al adoptar medidas de libre mercado, bajando los aranceles aduaneros y otorgando beneficios impositivos a las empresas que invirtieran en su territorio. El artífice de esta apertura fue Seán Lemass, uno de los políticos más respetados por su legado. Paralelamente, Lemass también instauró numerosas medidas sociales, la más importante de ellas siendo la extensión de la educación primaria libre y gratuita para todos los niños, y la inclusión de la educación secundaria libre y obligatoria. Antes de su reforma, la educación primaria era provista por la Iglesia. Uno de cada cinco chicos no completaba el ciclo primario, y entre quienes lo finalizaban, un tercio de los chicos de 13-14 años no avanzaba hacia la educación secundaria, que era paga. En este último grupo, la tasa de deserción era de un tercio, por lo que del total de chicos que comenzaba la escuela primaria solamente completaba su educación a los 16 años la mitad.

- En la década del 70 sometió a la voluntad del pueblo a través de un referendum la posibilidad de ingresar a la Comunidad Económica Europea (posteriormente, Unión Europea) con resultado positivo. Al mismo tiempo, continuó la implementación de políticas sociales y profundizó la expansión de la educación sin cargo para todos los estudiantes hasta universalizar la escuela secundaria. Hacia finales de esta década, luego de veinte años de apertura económica, los resultados aún no eran los esperados: el Estado de bienestar había crecido más que la economía. El déficit del presupuesto alcanzó el 17% del PBI manteniéndose solo a través de un nivel de endeudamiento mayor al 90% del PBI.
- Hacia la década del 80 la apertura económica produjo la desaparición de los productores locales y el desempleo trepó hasta el 17% en 1985. Los jóvenes estudiantes universitarios emigraron masivamente con la consecuente pérdida de mano de obra calificada, los beneficios impositivos solo lograron atraer pequeñas oficinas mayormente dedicadas a la liquidación final de impuestos mas no fuentes sustanciales de empleo, el impuesto a las personas físicas alcanzó el 60% del ingreso y la legislación laboral significaba una desventaja por su complejidad. Irlanda era efectivamente el país más pobre de Europa occidental y el horizonte no era nada alentador.
- ¿Qué cambió en la década de los 90? Hubieron recortes al presupuesto, una medida forzada por el déficit, pero esta disposición no fue la que impulsó la economía. Fue a partir de la fuerte apuesta del entonces primer ministro Charles Haughey en 1987, orientada a crear un centro neurálgico para las finanzas internacionales y a otorgar sustanciales beneficios impositivos (como por ejemplo, un impuesto a la renta del orden del 10% para determinadas actividades financieras estratégicas y un recorte que disminuyó a la mitad el impuesto a las ganancias —desde el 32% al 12.5%— para el resto de las empresas) lo que contribuyó a que Irlanda comenzara a crear una mayor cantidad de empleos calificados. La enorme mayoría de las empresas multinacionales establecieron su sede en Irlanda en los años subsiguientes y el crecimiento del PBI se situó entre el 7.5% y el 11.5% durante quince años consecutivos.
- Al 2015, según un informe del Ministerio de Finanzas, el centro financiero internacional ocupaba a 35,000 empleados en más de 400 firmas y era responsable del 7% del PBI. El ambicioso objetivo hacia el año 2020 es que el sector ocupe un total de 45,000 profesionales1.
El rol del sistema educativo en la recuperación económica de Irlanda
La educación en Irlanda es considerada como un punto central en el desarrollo económico, social y cultural de la sociedad irlandesa. Los gobiernos y los interlocutores sociales lo consideran estratégicamente interrelacionado con la planificación nacional. Existe un alto nivel de interés público en cuestiones educativas, que se han desarrollado aún más mediante el enfoque consultivo adoptado por el Gobierno en la formulación de la política educativa. Los alumnos irlandeses se destacan en las evaluaciones internacionales como las pruebas PISA, en las materias de lectura y ciencia. La educación en Irlanda es obligatoria desde los 6 hasta los 16 años de edad2. Prácticamente la totalidad de las escuelas son financiadas por el estado, con un enfoque de la enseñanza basado en el desarrollo de cada alumno en particular, permitiendo flexibilidad en los tiempos y métodos de aprendizaje. A pesar de no ser obligatorio, virtualmente todos los niños de 4 y 5 años asisten a la educación pre-escolar libre y gratuita. En la década del 60, cuando la educación pasó a ser financiada a través del Estado gracias al gobierno de Seán Lemass, tan solo el 20% de los alumnos completaba la educación secundaria. Lentamente la tasa de graduación fue creciendo hasta alcanzar el 75% en 1990, sentando las bases para responder ante el exigente desafío en materia de recursos humanos calificados que supuso convertirse en uno de los centros de finanzas de Europa. Actualmente, más del 80% de los alumnos completa la escuela secundaria. Al mismo tiempo, el 43% de la población entre 25-64 años cuenta con un título de grado, el segundo mayor ratio de Europa solo por detrás del Reino Unido.
En la actualidad, se reconoce y acepta ampliamente que la educación es un factor clave del éxito económico y el progreso social en la sociedad moderna. Existe un creciente reconocimiento, particularmente en la Unión Europea, que la provisión de educación y capacitación de calidad es fundamental para la creación de una economía basada en la innovación y el conocimiento, aptitudes diferenciales para lograr una prosperidad económica continua y sostenible. La educación y la capacitación también son cruciales a fin de lograr una sociedad inclusiva donde todos los ciudadanos tengan la oportunidad y el incentivo de participar plenamente en la vida social y económica del país3.
Respecto a su sistema de salud, el mismo es mixto, con un 40% de la población cubierta por un seguro privado y el resto dependiendo de la cobertura pública. Posee una alta participación privada en el sistema de salud, muy por encima de la mayoría de los países europeos, y normalmente sufre una mala performance cuando se miden sus resultados a través de estándares internacionales. Las listas de espera en el sector público para acceder a una consulta con un especialista pueden demorar hasta 18 meses. El «Indice europeo del consumidor de la Salud» elaborado por la Health Consumer Powerhouse es el estudio más exhaustivo del continente consistentemente desde 2006. La lista es encabezada por Holanda con un score de 924 puntos —sobre un máximo de 1000—, lejos del vigesimocuarto puesto que consigue Irlanda dentro de un total de 34 naciones, con 630 puntos en la escala. Entre las mayores debilidades destacadas por el informe, encontramos que el sistema de salud no contempla el acceso por ley a una segunda opinión médica, no cuenta con la posibilidad de obtener turnos de forma online, sufre extensísimos tiempos de espera, no cuenta con la legalización del aborto (en debate al cierre de esta publicación) y adolece de una fuerte disparidad de prestaciones entre el sistema público y privado. A pesar de que este último cuenta con el 40% de la población afiliada, para el año 2015 los hospitales públicos atendieron a 514 mil pacientes mientras que los hospitales privados registraron tan solo 133 mil, lo cual resulta en un claro desbalance entre recursos y gastos de cada sector. El gobierno de Irlanda invierte en salud tan solo el 5.5% del su PBI, lejos del rango del 8.5-9% de los recursos que asignan países como Noruega, Suecia y Dinamarca.
Gracias a su sostenido crecimiento económico, el estándar de vida es alto en la Irlanda moderna, con salarios en permanente crecimiento desde la época del Tigre Celta hasta la actualidad y con una inequidad social en disminución gracias a su sistema impositivo redistributivo. Según la OCDE, la población cuenta con un aceptable equilibrio entre vida personal y trabajo, se siente segura y tiene fuertes vínculos sociales. Los recortes de impuestos impulsaron la reactivación del consumo post-crisis financiera global (2008-2009) y la tasa de desempleo estimada para el ejercicio 2017 ronda el 6.4%. Las expectativas económicas sitúan su crecimiento económico en el orden del 2-3% y la tasa de inflación no superaría el 2%. La mayor amenaza que acecha su economía es el grado de impacto del Brexit en sus exportaciones, ya que el peso del Reino Unido en las mismas es del 20%. El sistema de salud se encuentra entre las mayores preocupaciones de la población, que espera que se hagan efectivas las promesas de reducción en los tiempos de espera y acceso gratuito al médico generalista.
Irlanda transformó su modelo de país en reiteradas oportunidades, alcanzando el éxito en la combinación de una población altamente calificada y políticas económicas de libre mercado que atrayeran inversiones extranjeras. Sufrió numerosos contratiempos hasta aprender de la forma más severa que las políticas aisladas tienden al fracaso, y que es necesaria una solución integral con bases sólidas para construir un modelo exitoso.
Fuentes (los links se abren en nuevas pestañas):
1 ‘IFS 2020: A strategy for Ireland’s Financial Services Sector 2015-2020’
2 Un chequeo de información en un medio irlandés desmiente la siguiente afirmación: «Tenemos una población joven con la mejor educación de Europa». La reivindicación era muy ambiciosa y el chequeo la determina como falsa, pero resaltando los excelentes indicadores alcanzados por el país en materia educativa.
3 ‘A brief description of the Irish Education System’ – reporte del Departamento de Educación y Ciencia