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Características de Alemania
Tierra prolífera en poetas, escritores y filósofos, Alemania es sinónimo inequívoco de precisión y calidad. En la actualidad cuenta con 80 millones de habitantes, el segundo país más poblado de Europa después de Rusia. Reunificada en 1990 tras la caída del muro de Berlín, las distintas regiones varían significativamente en idiosincrasia, economía y geografía. Mientras que el norte es llano y fértil, el centro es un área de colinas y los Alpes Bávaros dominan el sur, que es el más pujante económicamente («Europe: Germany—The World Factbook—Central Intelligence Agency», 2019). Un tercio del país está compuesto por bosques, los cuales evitaron hasta algún punto el avance de los romanos y, junto con los ríos Rin y Danubio, marcaron la frontera norte del Imperio Romano.
Alemania es famosa por sus excepcionales ingenieros, «made in Germany» es incuestionablemente sinónimo de perfección: Volkswagen, BMW, Mercedes-Benz, Porsche, Audi, Telekom, Nivea, DHL, Bosch, Adidas, Puma, Allianz, Bayer, SAP, Siemens (entre otras) son referentes mundiales en sus respectivos rubros. Angela Merkel fue elegida once veces por Forbes como la mujer más poderosa del mundo.
El territorio alemán padeció devastadoras consecuencias tras la Segunda Guerra Mundial y enfrentó un desafío colosal al unificar sus dos territorios luego de la caída del muro de Berlín. Su situación actual como una de las economías más importantes del mundo es una historia de superación de adversidades y obstáculos sorprendente. ¿Qué ocurrió desde la época de posguerra hasta la actualidad y cómo puede un país arrasado por el mayor conflicto bélico de la historia, pasar a liderar la Unión Europea en tan solo cincuenta años? La epopeya es comúnmente conocida como «el milagro del río Rin» (o «Wirtschaftswunder», literalmente «milagro económico»).
La economía de Alemania post Segunda Guerra Mundial
La Alemania Occidental de posguerra se encontraba en ruinas, los comercios quebraban diariamente y la hiperinflación destruía la moneda. Un cuarto de las viviendas se encontraban derruidas y un cuarto adicional sufrieron daños significativos. En el invierno de 1948, Ludwig Erhard fue apuntado como ministro de economía con la ardua tarea de reconstruir una nación desde los cimientos. Erhard era un promotor del «ordoliberalismo»: un modelo basado en el capitalismo de libre mercado combinado con políticas sociales que favorecía la competencia entre capitales privados, al mismo tiempo que garantizaba a sus habitantes un Estado de bienestar. De esta forma, tomaba distancia del intervencionismo estatal keynesiano predominante en Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos, sin dejar de lado la firme intención de proteger a la población y centrándose en la igualdad de oportunidades para todos sus habitantes. Así, el gobierno instituyó un seguro de desempleo decoroso, educación de calidad para todos los niños, cobertura laboral por enfermedad, seguro de accidente de trabajo, seguro por discapacidad y pensión de retiro.
Erhard se preocupó por eliminar los heredados controles de precios y cuotas de producción vigentes en la Alemania totalitaria (a causa de las características intervencionistas de la Alemania Nazi), ya que esta práctica, decía Erhard, «consumen el tiempo de los gobernantes en debatir sobre el precio adecuado de cada bien en lugar de concentrar los esfuerzos en encontrar soluciones que guiaran una salida a la crisis». Para abolir los controles de precios, grabó un mensaje en la radió emitiendo un anuncio a toda la población, sin autorización de los fiscalizadores aliados. El General norteamericano Lucius Clay, encargado por ese entonces de la transición alemana inmediatamente posterior a la guerra, lo llamó desesperado tras los anuncios. Preocupado por las posibles consecuencias de la eliminación de los controles de precios dada la reciente historia hiperinflacionaria del país, le comunicó: «Mr. Erhard, mis asesores me dicen que está usted cometiendo un terrible error». Erhard replicó: «General, no los escuche… mis asesores me dicen lo mismo» (Yergin, Daniel, 2002).
Las consecuencias inmediatas no se hicieron esperar, con un incremento sustancial de las importaciones y una disparada inicial de precios, pero gracias a que el nuevo Deutsche Mark (marco alemán) sentó sus bases en la estabilidad monetaria, los mismos cayeron hasta normalizarse en un lapso de uno o dos años. La actividad industrial retomó su nivel normal, orientándose hacia la exportación de manufacturas. Al mismo tiempo, el gobierno estableció por ley que las grandes empresas debían asegurar un lugar en su directorio para un representante sindical a fin de que los intereses de los trabajadores se vieran representados en las decisiones más significativas. Es muy importante considerar al hablar de esta recuperación y estabilidad, que entre 1948 y 1952 Alemania recibió gracias al Plan Marshall la suma de 1.400 millones de dólares.
El sistema educativo de Alemania
La base de la economía bávara es desde siempre su educación. No por destacarse como líder en los exámenes internacionales, sino por el enfoque técnico que se consolidó como una opción válida dentro del sistema educativo y se alineó con la estrategia de orientación a la exportación de productos industriales. El desarrollo de la escuela vocacional fomentó los empleos técnicos y los futuros ingenieros. En la Berufsschule, los jóvenes reciben parte de su educación trabajando en pasantías pagas dentro de empresas que habitualmente acaban contratándolos como empleados fijos. Este tipo de educación logró establecerse como una excelente opción que beneficia tanto a los jóvenes que consiguen iniciar una carrera profesional adquiriendo en el proceso una temprana experiencia, como a las empresas que forman pacientemente a sus futuros profesionales.
El sistema educativo alemán varía considerablemente de región en región, pero mantiene en su base la premisa de que todos los niños deben recibir equitativamente una preparación adecuada, y para el nivel de perfeccionismo alemán, esto significa de calidad. Alrededor del 94 % de los estudiantes de la escuela primaria concurren a una institución estatal gratuita. Existen establecimientos de educación privada que se encuentran principalmente relacionados a la Iglesia. En las pruebas PISA 2012, los resultados de los estudiantes de centros de enseñanza públicos ajustados por poder adquisitivo de la familia fueron mejores que en los centros de gestión privada. El 87 % de los adultos entre 25-34 años de edad obtuvieron su título secundario, por encima de la media de los países miembros de la OCDE que se ubica en el 82 %. En cuanto a las universidades, también se dividen en privadas y públicas, con las últimas recibiendo aproximadamente al 90-95 % del total de la matrícula.
El impacto de la ética Protestante en la economía alemana
Max Weber, uno de los sociólogos alemanes más reconocidos, analizó las relaciones entre el capitalismo y la ética protestante, la cual marcó fuertemente la idiosincrasia nacional. Dirk Kaesler, un sociólogo experto en Max Weber con una extensa bibliografía dedicada a su figura, reflexiona acerca de la cultura del trabajo germana de la siguiente forma:
«Los cristianos, hasta la Edad Media y hasta el principio de la Edad Moderna se preguntaban ¿Qué será de mi cuando muera? ¿Iré al cielo o al infierno? La solución católica, originalmente cristiana, era obrar bien. Obedecer los mandamientos de Dios, etc. ¿Qué le pasa a los pecadores? Algo malo. La Iglesia Católica tiene todo un repertorio de ritos sobre el perdón, la confesión, etc. Los protestantes, en cambio, se centraron en la santificación del trabajo: “Haciendo buenas obras, iré al cielo”. Dijeron: no suele haber muchas oportunidades de perdón. Es mejor llevar este estilo de vida continuado como un trabajo, como un negocio para que el resultado final de buenas obras sea favorable y abundante.
Hay que vivir una vida en la que cada momento y cada situación estén dedicados a Dios. Estas ideas que se arraigaron en la fe protestante. Y desde allí la vida se dirige como un negocio. Eso trae varias consecuencias: ser puntuales, ser responsables, […]. Mi profesión es mi vocación. Lo que en inglés se llama calling. Y de manera creciente, cuando la gente o el mundo pierden su elemento mágico, como decía Weber, y la gente perdía la fe, había más independencia. La preocupación ya no era ir al cielo sino encontrar una profesión que llevara al éxito. Mi profesión lo es todo para mí» (Oey, Alexander, 2012).
El Dr. Ulrich Beck, sociólogo alemán, se hace eco de estas palabras:
«Se podría decir que la teoría del Profesor Kaesler resumen el conflicto entre el norte y sur de Europa. Entre los alemanes ahorrativos y el sur católico que lleva un modo de vida diferente, más abierto. […] La “profesión” como concepto de una situación laboral específica es un concepto típicamente alemán. Es casi intraducible. Es una mezcla de conciencia de clase, búsqueda de calidad, competencia y capacidad de centrar todo eso en el mercado».
Y agrega:
«Tenemos una amplia tradición en el ámbito de la educación. Tradición humboldtiana. Sobre todo en la Universidad (Universität), pero también en la educación secundaria (Gymnasium). Es un fundamento importante del desarrollo de Alemania. Diferenciamos entre educación (Bildung) y formación profesional (Ausbildung). La educación es general y la formación profesional se centra en un oficio. En los años 70 realicé mi primer proyecto sociológico, un estudio empírico sobre el tema. Investigamos cómo orientar los cursos de formación hacia el mercado laboral. Y el resultado fue muy interesante y de amplia aplicación: buscar una educación que sea de utilidad orientándola sobre todo hacia el mercado laboral es contraproducente. Solo con una educación generalista la gente se puede adaptar. Porque ante un panorama laboral tan cambiante, cinco años después de terminar la formación esos trabajos casi habrán desaparecido. Y aquellos que han recibido una educación más generalista presentan mayor flexibilidad para afrontar los cambios del mercado laboral» (Oey, Alexander, 2012).
La economía alemana actual
Actualmente Alemania es la sexta economía del mundo y la más importante del continente europeo, con un PBI per cápita de 50,200 dólares. Es líder mundial en la exportación de maquinarias, vehículos, químicos y se beneficia de una fuerza laboral altamente calificada. La tasa de desempleo del 2017 fue del 3.8 % con excelentes indicadores de distribución del ingreso. El superávit fiscal del 2017 fue del 0.7 % con una inflación del 1.6 %. Exporta principalmente manufacturas de alto valor agregado a Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Holanda y China. Importa principalmente maquinaria, tecnología, vehículos y químicos de Holanda, China, Francia y Bélgica. Es el tercer productor de energías alternativas detrás de Kenia y Dinamarca.
El sistema impositivo de Alemania
El sistema impositivo a las personas físicas es progresivo, su base imponible ronda los ocho mil euros anuales y comienza aplicando una cuota del 14 % hasta alcanzar el 45 % de los altos ingresos (que superan los 270 mil euros). Sobre el monto pagado de impuestos se calcula el 5.5 % y se convierte en un impuesto adicional «solidario» para cubrir los continuos costos de integrar a los estados de Alemania Oriental al país para poder fomentar su desarrollo. Existen importantes deducciones sobre estos impuestos. Las cargas sociales para los empleados en relación de dependencia descuentan del salario regular un 7.3 % en concepto de seguro médico, 1.3 % de seguro médico adicional, 9.35 % de pensión, 1.5 % de seguro de desempleo y 1.25 % de seguro de accidentes, descontando un total de 20,68 % del sueldo bruto. Todos estos porcentajes son equiparados por el empleador, que paga en iguales proporciones por cada uno de sus empleados. Lo mencionado anteriormente es un resumen muy escueto de un sistema confuso y complejo. La tasa impositiva corporativa ronda el 30-33 % dependiendo de la región.
Conclusión
La tenacidad alemana le ha permitido al país sobrellevar desafíos excepcionales con resultados sorprendentes. A pesar de las diferencias culturales y religiosas de cada región, miles de personas marcharon al grito de «Einheit» (unidad) tras la caída del muro de Berlín. La incorporación de una economía de libre mercado inclusiva y que no dejara a nadie de lado, buscando la igualdad de oportunidades entre pares que ahora conformarían una sola nación, no es casualidad. La preocupación no es por el bien individual sino por el bien colectivo. Y el bien colectivo, al final de cuentas, es el que trae prosperidad para cada individuo. Alemania no siguió ni el camino americano ni el soviético, sino que al reunificarse transitó su propio destino haciéndose camino al andar. Y en este nuevo sendero que abrió, lejos de los extremos, mucho más racional y organizado, le dejó al mundo una «tercera vía», una nueva opción. Vale la pena ver hacia dónde guía.